Matias, becario BEC.AR, Toulouse

"Si alguien tiene el deseo de realizar este tipo de experiencia no debería dejar pasar la oportunidad"

Me llamo Matías y tengo 29 años. Soy Ingeniero Aeronáutico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y antes de venir a Francia trabajaba para el Proyecto Tronador II en un grupo de investigación de la Facultad de Ingeniería de la UNLP, llamado UIDET Grupo de Fluidodinámica Computacional. Durante mis estudios de grado siempre tuve dos grandes deseos, que pronto descubrí que no era el único, ya que eran temas recurrentes en cualquier reunión con amigos de la Facultad. El primero era el emprendedorismo, en donde llegue a fundar una empresa con colegas de mis estudios, la Cooperativa de Trabajo Investigación y Desarrollo Aeronáutico Argentino Limitada, con la idea de empezar a realizar desarrollos innovadores para la industria aeronáutica Argentina. Mi otro anhelo era poder hacer algún estudio en el extranjero.

Ya trabajando para un proyecto espacial, y no teniendo estudios previos específicos en este campo, vi la oportunidad de anotarme en las becas BEC.AR para hacer estudios de Maestría en Francia. Este país es uno de los más importantes a nivel espacial, siendo el mayor contribuyente de la Agencia Especial Europea, por lo que comprenderán que no me faltaba entusiasmo para realizar estudios allí. De cualquier manera, me anote en las becas BEC.AR el último día de la convocatoria, pensando que era difícil que quedara y que "estas becas a uno nunca le salen". Mi alegría y perplejidad llegó cuando quedé preseleccionado y en todos los pasos siguientes que se fueron dando.

Elegí realizar una Maestría en el Institut Supérieur de l'Aéronautique et de l'Espace (ISAE), una de las universidades de referencia a nivel mundial en el área aeroespacial. Mi entusiasmo ahora se mezclaba con un poco de nerviosismo por la responsabilidad que sentía de hacer las cosas bien, y ver si “estaba a la altura” de dicha institución.

Ya en Francia me encontré con muchas diferencias en varios aspectos. El sistema educativo de mis estudios es muy diferente al que estaba acostumbrado, con muchas horas de clases y miles de informes por hacer, aunque desde un enfoque más global y sin los desarrollos kilométricos a los que estaba acostumbrado. También el hablar en otro idioma es algo desafiante, sobre todo a la hora te querer expresar tus ideas en un ámbito de trabajo. La gente de diferentes nacionalidades tiene una forma de ser y de pensar diferente, que hay que saber comprender. Por último y en cuanto al aspecto cultural francés, son varias las diferencias que uno se encuentra, pero creo que cuanto uno más se anima a vivir bajo sus costumbres es cuando uno más aprende de su cultura y más llega a apreciarla.

Para terminar, creo que desde varios puntos de vista es una experiencia muy enriquecedora. Si alguien tiene el deseo de realizar este tipo de experiencia no debería dejar pasar la oportunidad, más teniendo en cuenta que hay becas disponibles para solventar la parte económica.